Tech food magacine Lugar:
Biotech
La industria de la carne cultivada en Europa se encuentra en un punto de inflexión. Mientras algunos países europeos avanzan en la regulación y aprobación de catas controladas, las empresas luchan por reducir costes de producción y encontrar nuevas formas de escalabilidad ante la caída drástica de la inversión privada. En este panorama, algunos actores claman por un respaldo público decidido -fundamentalmente en forma de inversión- para superar las barreras actuales y garantizar la supervivencia de esta tecnología disruptiva, y la competitividad de Europa en esta carrera. Además, el sector está ajustando su narrativa para posicionarse como un complemento al sistema proteico actual, más que como un reemplazo. Todos estos temas fueron objeto de debate en la mesa redonda de Future Foodtech en Londres, donde representantes de Mosa Meat, Meatly, Vital Meat y la Agencia Europea de Estándares, discutieron los avances y desafíos de esta industria.
La necesidad urgente de inversión pública
Uno de los mensajes más recurrentes fue la necesidad de inversión pública masiva para garantizar la viabilidad del sector de la carne cultivada en Europa. Con una caída significativa de los fondos privados, Robert Jones, VP de Public Affaires Mosa Meat, afirmó que la supervivencia del sector depende de una inyección masiva de capital público: “Hay un ‘valle de la muerte’ que no podremos superar como industria sin una inversión pública sustancial.”
Hay un ‘valle de la muerte’ que no podremos superar como industria sin una inversión pública sustancial
Aunque ya existen ejemplos alentadores, como los 60 millones de euros asignados por el gobierno de los Países Bajos en 2022 para apoyar la creación de un ecosistema de agricultura celular – que incluye programas académicos, desarrollo de fuerza laboral y construcción de instalaciones de escalado accesibles para startups-, Jones enfatizó que esta cifra es insuficiente frente a las necesidades reales del sector: “Esto es solo una gota en el océano”, afirmó, subrayando que sin un compromiso estratégico por parte de los gobiernos, será casi imposible alcanzar la industrialización.
La importancia de esta inversión pública radica no solo en impulsar la investigación y desarrollo, sino también en crear infraestructuras escalables, facilitar procesos regulatorios y garantizar la competitividad de Europa en un sector que promete transformar la producción de proteínas a nivel global.
La regulación va por barrios
Otro elemento clave en mano de las administraciones es la regulación. Con avances significativos como el permiso obtenido por Meatly, la primera empresa europea en lograr aprobación regulatoria para carne cultivada destinada al mercado de alimentos para mascotas, un logro alcanzado con un presupuesto significativamente menor que otros actores. Según destacó Owen Ensor, CEO de Meatly: “El enfoque colaborativo con los reguladores del Reino Unido nos permitió avanzar rápidamente. Construimos confianza al ser transparentes, lo cual es crucial para escalar la tecnología”.
El enfoque colaborativo con los reguladores de UK nos permitió avanzar rápidamente
En la Unión Europea, la posibilidad de realizar catas controladas, como las ofrecidas por Mosa Meat y Gourmey en los Países Bajos, representa un paso importante. Estas catas legales, permiten a los inversores y consumidores probar los productos antes de la aprobación completa, acelerando la validación del mercado y la captación de fondos.
Innovación para reducir costes y aumentar escalabilidad
A pesar de los desafíos financieros, o quizá como consecuencia de ellos, las empresas están demostrando creatividad para reducir costes y avanzar hacia la escalabilidad. La propia Meatly, ofrecía detalles al respecto: “Hemos reducido los costes del medio de cultivo de £700 por litro a £1 y seguimos trabajando para bajarlo a menos de 10 peniques”, aseguró Ensor.
Este cambio de enfoque, liderado por empresas de la “segunda ola” de carne cultivada, busca crear modelos más sostenibles y asequibles, dejando atrás las expectativas de los primeros pioneros, ahora consideradas por la nueva hornada de startups como poco realistas .
Suavizar la narrativa
El sector de las proteínas alternativas en general practica en los últimos tiempos un acto de contricción y propósito de enmienda en relación con su posicionamiento y narrativa frente a la carne y los métodos de producción tradicionales. Las empresas reconocen hoy que las proyecciones iniciales que posicionaban carne cultivada como reemplazo absoluto de la carne convencional, generaron fricciones con actores tradicionales de la cadena de valor y complicaron el respaldo político.
«Causamos algunos de los desafíos políticos que enfrentamos hoy. Pero hemos aprendido a comunicar el valor de la carne cultivada como un complemento al sistema de proteínas existente y no como un reemplazo radical”, admitía Robert Jones, de Mosa Meat.
Este cambio busca ganar aliados en sectores clave y garantizar que la carne cultivada se perciba como una herramienta para mejorar la seguridad alimentaria, la competitividad europea y la autonomía estratégica, en lugar de una amenaza. Un ajuste que pone de manifiesto cómo reformular la narrativa puede ser tan crucial como resolver desafíos técnicos.
Perspectiva a largo plazo
Aunque los avances técnicos son alentadores, la industrialización de la carne cultivada sigue siendo un desafío monumental. Como explicó Olivia Moreau, de Vital Meat: “No estaremos produciendo miles de toneladas el próximo año. Sin embargo, estamos sentando las bases para que esto sea una realidad dentro de cinco a diez años”. Otros expertos, sin embargo, amplían ese plazo a decenios.
La industria está dejando atrás la fase de «hype» inicial para adoptar un enfoque más realista y colaborativo en el que la clave serán las alianzas estratégicas. «Uno de los mejores socios que tengo, por ejemplo, en Mosa -explica Jones-, es la Asociación Holandesa de Procesadores de Carne, que nos ayuda a sortear los problemas normativos de importación y exportación del producto, suponiendo que no tengamos la aprobación de nuevos alimentos en Europa, pero sí en Singapur, y a trasladar el producto allí. Y también a hablar con otros miembros de la cadena de valor de la carne para abordar algunos de los retos políticos a los que nos enfrentamos.
A pesar de las dificultades, un cierto espíritu optimista se percibe en la industria, basado en progreso constante en tecnología y ciertos avances en regulación que está allanando el camino para una revolución que no es fácil, pero sí puede ser transcendental. Como señaló Owen Ensor: «No es solo un cambio en la producción de carne; es una transformación fundamental que sentará las bases de nuestro sistema alimentario durante las próximas décadas, e incluso siglos.»
Fecha de publicación:
21/10/2024
Fuente: