Fecha de publicación:
06/12/2024
Fuente: El País
“Querer estudiar y no tener los recursos ha sido uno de mis mayores desafíos”, admite Karol Zapata (Medellín, 35 años). Un desafío, pero jamás un impedimento. La muestra de ello es que en la actualidad combina la docencia con la investigación: es pasante posdoctoral del Grupo de investigación fenómenos de superficie Michael Polanyi, de la Universidad Nacional (sede Medellín), y su trayectoria incluye más de 20 publicaciones científicas en revistas indexadas y la participación en más de 15 eventos científicos dentro y fuera de Colombia.“Siempre quiero dar no mi 100, sino mi 30%. Me comprometo con cada proyecto de una forma muy profunda y, por mi naturaleza, siempre creo que puedo dar más y los resultados me confirman que ese adicional marca la diferencia”, afirma la doctora Zapata, quien recientemente recibió el Premio para las Mujeres en la Ciencia de L’Oréal y la Unesco por su trabajo con la flor del cannabis.Este reconocimiento impulsará su investigación sobre el CBD, una idea que trabaja con su discípula en formación, la ingeniera química Angie Vélez. “Nuestro proyecto aísla el CBD, un cannabinoide con potencial terapéutico, y lo integra en un material que lo libera de manera controlada, directamente en el intestino, para mejorar su absorción y efectividad”, explica.La dupla también explora la capacidad del CBD para inhibir el crecimiento de células tumorales de cáncer de colon, sin efectos adversos en células sanas. Además, investigaciones recientes destacan su capacidad antioxidante, asociada con la prevención de enfermedades como diabetes, estrés oxidativo, envejecimiento y cáncer. Ambas investigaciones han sido publicadas en prestigiosas revistas científicas, como ACS (American Chemical Society) y Pharmaceutics.Si bien es cierto que en el mercado colombiano existen muchos productos derivados del cannabis, la mayoría se están desarrollando sin un soporte científico: “Muchos no cumplen con la cantidad de moléculas bioactivas que informan”, asegura Zapata.No es todo. La doctora Zapata quiere aprovechar todo el conocimiento que se tiene de esta planta, no solo para darle un uso terapéutico, sino para involucrar a las comunidades que históricamente han cultivado cannabis. Además, están apelando a la economía circular para aprovechar el cáñamo, una parte de la planta de cannabis que no tiene uso específico, para que sea el soporte de la molécula.“Los científicos estamos llamados a integrar las necesidades del entorno que nos rodea, no solo a contribuir con el conocimiento, sino que ese conocimiento sea útil, tanto para la comunidad como para el consumidor final. Y que permita atender a los grupos más marginados y vulnerados, entre ellos las mujeres”.La doctora Zapata ha hecho toda su formación gracias a becas y ayudas económicas. Desde muy pequeña, en el barrio Manrique Oriental, en la Comuna 3 de Medellín, donde creció, comprendió que la educación podría ser el camino hacia un futuro mejor. “Le tenía mucho miedo a ese ambiente violento, y la academia me ofrecía paz, tranquilidad y felicidad”, cuenta.Cuando tenía 10 años, su madre, que era cabeza de familia, tomó la decisión de salir del barrio porque no lo consideraba idóneo para la crianza de sus dos hijos adolescentes y de su hija pequeña. Se fueron a Copacabana, en el Valle de Aburrá, a 35 minutos de Medellín, un lugar más rural y pacífico donde vivía la familia materna.En el nuevo colegio, Zapata siguió destacándose hasta terminar el bachillerato. Ser la mejor de su promoción le valió una beca que cubría media matrícula en una universidad privada. Pero seguía siendo inalcanzable. Decidió presentarse en la Universidad Nacional, en Medellín, e ingresó en Ingeniería Biológica, una carrera que llamó su atención porque contenía una materia que le fascinaba: la biología. En el cuarto semestre, se incorporó al primer grupo de investigación y selló su futuro como investigadora científica.Tras terminar su carrera, aprovechó su excelencia académica para aplicar al programa Jóvenes investigadores e innovadores del Ministerio de Ciencias, lo que le permitió cursar la maestría.Su esfuerzo comenzó a dar frutos. Gracias a su experiencia como monitora en el pregrado, desempeñó ese rol en el postgrado, y eso no solo le generó ingresos económicos, sino que le abrió camino de la enseñanza. Continuó con estudios doctorales en Biotecnología, también en la Universidad Nacional, y al terminar, la contrataron como docente de Química en la misma institución.De pequeña, Zapata no tuvo referentes de mujeres dedicadas a la ciencia. Hoy, admite que le hubiera convenido conocer esas historias, porque así habría tenido más certeza de que sí era posible. Por eso quiere encarnar ese referente en el que las niñas y jóvenes se inspiren para seguir el rumbo de la ciencia. “La academia puede ser ese salvavidas que cambie la realidad adversa; que lo tomen como un acto de revolución hacia ese entorno complejo. Sí se puede y es una manera de hacer una vida bonita y feliz”.*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio. Seguir leyendo