Fuente:
Revista Mercados
Lugar:
Actualidad - Fruit Attraction
Participantes
Mateu Chilet – Responsable del Departamento de Desarrollo de Genesis Innovation Group
José María Fontán – Director de Innovación en Eurosemillas
José Cuenca – Director Técnico de la Agrupación de Viveristas de Agrios, S.A. (AVASA)
José Miguel Martínez – Responsable del Cultivo de Cítricos en Anecoop
Javier Traver – Gerente de Compras en Agrícola Bagu
Contexto y diagnóstico: un sector que ha aprendido a pagar la innovación
La foto fija de hoy muestra un mosaico diverso por tipología, naranja, mandarina, limón y pomelo, pero con una conclusión clara: la mandarina es el motor del crecimiento en consumo per cápita a escala global. Dentro de ese motor, el tablero se divide en dos familias: las variedades públicas o “libres” y las variedades protegidas o de club. “La comparación de rentabilidades a lo largo de ciclos completos, años buenos, regulares y malos, es contundente: las variedades protegidas ganan el partido”, comenzó apuntando José María Fontán (Eurosemillas). En los peores ejercicios, cuando la variedad libre apenas roza el umbral de rentabilidad o se hunde por debajo, la variedad club conserva margen gracias a un mix de atributos comerciales, control de oferta y consistencia de calidad.
Ese cambio no ha sido casual. El sector ha desarrollado una “cultura de pagar” por la innovación. Hitos como Nadorcott o Tango no solo abrieron ventanas de calendario; demostraron que pagar un royalty no era un gasto, sino una inversión que se amortiza en estabilidad de precios, diferenciación y protección del agricultor legal.
En ese sentido, José Cuenca (AVASA) es claro, “los desarrollos hay que pagarlos. Las variedades públicas de toda la vida están ahí, pero todo lo nuevo viene de programas de inversión de 15 años y eso hay que rentabilizarlo. Antes pagar siete euros de royalty parecía una locura; luego se vio que era una buena inversión”.
José Miguel Martínez (Anecoop) lo explica con la experiencia, “hace 40 años nadie registraba nada. Hoy hay marcadores genéticos que identifican la variedad en laboratorio. La mentalidad del agricultor ha cambiado: sabe que lo bueno hay que pagarlo y que el control persigue a los ilegales y protege a los productores legales”.
En Bagú, cuarta generación y 105 años de trayectoria, apuestan más por las variedades club que las libres “porque lo que hemos hecho nos ha costado mucho, 14 o 15 años, para obtener un producto que ofrezca un buen resultado para agricultores y consumidores”, señala Javier Traver.
La rentabilidad, sin embargo, no es el único factor. La adaptación al cambio climático y a nuevas enfermedades está en el centro del debate. Cuenca enfatiza que la clave está en variedades productivas fáciles de manejar.
La transformación se ve también en la lucha contra la piratería varietal. Mateu Chilet (Genesis Innovation Group) recuerda que antes lo normal era que un agricultor probara una variedad a escondidas. “Hoy se ha educado al sector: saben que, si quieren algo nuevo y mejor, hay que pagarlo porque es ciencia. Las empresas han madurado, los agricultores también”.
Por qué renovar: cuatro fuerzas
Rentabilidad y retorno de la I+D. Los programas varietales son investigaciones a largo plazo, con miles de selecciones que se van cribando durante más de una década. Sin un retorno claro, royalties, licencias, control y trazabilidad, el sistema no sería sostenible.
Adaptación y sostenibilidad. Sequías, estrés térmico y disponibilidad de agua obligan a buscar no solo variedades, sino patrones que soporten mejor la escasez hídrica y suelos complejos. A ello se suma la presión sanitaria: plagas emergentes, enfermedades y la necesidad de resistencias incorporadas.
Restricciones regulatorias. La legislación europea recorta el uso de materias activas y retrasa la adopción de herramientas de mejora de precisión (edición genética, CRISPR). El resultado: un desfase competitivo frente a países con marcos más ágiles, que potencian la velocidad de respuesta a problemas reales.
Demanda del consumidor. “La fruta existe para ser comida, no para dejarla en el frutero”, señaló Javier Traver. La renovación varietal solo tiene sentido si el resultado “come bien”: sabor alto y estable, fácil pelado, pocas o ninguna semilla, buen calibre y adaptación a la demanda moderna por su facilidad de consumo tanto por ser fáciles de pelar, su versatilidad en las ocasiones y formas de consumo (experiencia snack), así como su adaptación a hogares más pequeños y al público de todas las edades, especialmente a los niños.
Retos Productivos
En los últimos años, la citricultura española ha experimentado una auténtica profesionalización como explican los asistentes reunidos en la mesa. El agricultor ha entendido que, con los altos costes que tiene el cultivo, debe asegurar con lo que planta y no arriesgarse a elegir variedades a ciegas.
Sistemas de certificación y control, como el de Tango hace más de 10 años, han pasado de ser percibidos como “policía del campo” a convertirse en garantía de valor para toda la cadena. El retailer que paga un precio alto quiere certeza varietal; el productor legal, protección frente a la piratería. Aplicaciones que geolocalizan parcelas, marcadores genéticos que resuelven dudas y sentencias que avalan la protección han cambiado la cultura: lo nuevo y mejor se paga, y se respeta. “Ese sistema de control y certificación también como una herramienta de confianza hacia el que compra. Eso es lo que mantiene los niveles de precios alto”, recalca Fontán.
La otra transformación clave es técnica y de calendario. La segunda campaña, antes una zona vacía, se ha llenado con alternativas reales (Nadorcott, Tango, Orri), y la citricultura se ha vuelto “súper especializada”. El calendario varietal, aunque muy cubierto, aún presenta huecos que invitan a seguir innovando. José Cuenca lo expone así: “En clementinas, cada cinco días tienes una variedad distinta. El calendario está bastante cubierto, pero aún hay espacio para variedades muy productivas y de fácil manejo en el inicio y al final de la campaña”.
Martínez, como parte productora en Anecoop, también observa oportunidades en nuevas variedades de cítricos en los extremos de campaña (inicio y final), siempre que combinen calidad para el consumidor y rentabilidad para el productor.
Sin embargo, Cuenca apunta que, frente a la abundancia de nuevas variedades que impulsa el sector, lo importante es que realmente mejoren lo existente y den al productor más y mejores opciones que antes no tenía. Es otra visión de la mejora varietal que está por hacer.
Pero, además de cubrir nichos comerciales vacíos, la innovación debe anticipar gustos. Mateu Chilet reconoce que la innovación apunta a variedades de mandarina premium para la primera parte de la campaña, como Havva, pero también hay que ofrecer nuevos desarrollos “que mantengan viva la categoría como Sigal”. Así como destacar también la oportunidad y el hueco que hay a final de campaña.
Los productores coinciden en que la innovación no puede perder de vista al consumidor final. Traver lo subraya con firmeza: “Las mandarinas se las tienen que comer las personas. La cuestión fundamental es que sean productivas y resistentes, pero también de alto valor añadido. Sin el cliente no somos nadie”.
Europa va tarde en la edición génica
Mientras EE. UU., Japón, China o Brasil integran CRISPR en agendas de mejora, la UE discute definiciones y salvaguardas. Otro de los grandes retos son las limitaciones regulatorias. Chilet denuncia la lentitud de Europa en adoptar herramientas biotecnológicas: “La UE va tarde. No hablamos de transgénicos, hablamos de CRISPR, de activar o desactivar genes sin introducir nada externo. Muchos países ya lo aplican. Si Europa no legisla, perderemos competitividad”.
José Miguel Martínez añade otra dificultad: “La presión se multiplica con la entrada de nuevas plagas. Cada año la legislación sobre residuos es más restrictiva. Hay plagas donde antes tenías tres o cuatro buenas materias activas para combatirlas y ahora apenas una o dos. Cobra importancia el que sean variedades más rústicas, donde las plagas ataquen menos, o el agricultor tendrá que hacer más tratamientos. Problemas que se añadirían a otros que debe atender el agricultor, sumando dificultades, recordando al malabarista al que le van dando cada vez más platos y no se le puede caer ninguno”.
En este contexto, la resiliencia varietal y la sostenibilidad no son opcionales, sino condiciones de supervivencia.
Innovación y transferencia tecnológica: Mejoradores, productores y retailers
La distribución ya no espera a que la novedad llegue al almacén: quiere participar en el origen. Esa implicación temprana no solo alinea expectativas; acorta la curva de adopción y reduce fricciones comerciales.
La cadena de valor citrícola ha cambiado. Los supermercados, antaño compradores pasivos, hoy buscan intervenir desde el origen. Mateu Chilet lo confirma en primera persona, desde Genesis Fresh Global, donde los compradores quieren conocer el campo y al productor de primera mano, “quieren involucrarse desde el origen y enfatizan la diferenciación continua, incluso en ventanas bien abastecidas”.
Ahora es cada vez más frecuente el contacto directo entre productores y retailers. Y así lo atestigua Chilet: “Hemos empezado a llevar al comprador del supermercado y al agricultor al mismo campo de pruebas. Puede ser raro, pero si el productor dice que le interesa y el retailer dice que le gusta el sabor, todos ganamos”.
En paralelo, la transferencia hacia el productor se ha institucionalizado. Programas como los de Anecoop ensayan en condiciones comparables (misma finca, mismo manejo por las mismas personas) nuevas variedades frente a referentes tradicionales (por ejemplo, Clemenules) y comparten datos tras varias campañas completas: fechas de maduración, calibre, productividad, sensibilidad a plagas, necesidades de aclareo o ajustes finos de cultivo. Lo relevante no es el “ranking” sino el “sirve / no sirve” en función de la zona, el patrón y el perfil de agricultor. Las visitas guiadas para comparar estas variedades in situ (las nuevas y las “antiguas”) son una buena herramienta para ayudar al agricultor a acertar. También, a veces, a no equivocarse con variedades que no responden a las expectativas que despertaron.
Tecnología al servicio de la confianza
La trazabilidad genética, los controles independientes y herramientas digitales (apps de geolocalización, como el sistema de certificación y herramientas exclusivas de control y detección de fincas no autorizadas como WatchSAT y WatchLABEL) han convertido la confianza en un activo medible. El retailer paga el plus sabiendo lo que compra, el productor legal defiende su inversión y el obtentor custodia el estándar.
La transferencia de innovación también se construye a través de visitas de campo. Javier Traver lo detalla con XLO, la reciente variedad que ha desarrollado la compañía. “En cinco días recibimos 248 personas en visitas de campo. Todos querían injertar o comprar licencias, eso antes no sucedía. Ahora la gente sabe que tiene que ver la variedad antes de invertir”.
Para Cuenca no basta con gastar dinero en una variedad nueva, hay que conocerla bien y saber manejarla. Eso implica que tanto él como sus técnicos deben experimentar, equivocarse y aprender antes de recomendarla. Además, considera clave que el agricultor no compre una variedad solo por lo que le digan, sino que la vea en campo, en la práctica, y aclara que “no vendo licencias si antes no lo ves tú mismo en campo”.
El valor de los sistemas de certificación es central en esta nueva etapa. Para Eurosemillas, el pago de un precio alto por una variedad determinada debe aportar seguridad y certificación de que lo que venden es lo que dicen. Eso mantiene los niveles de precio altos: “la confianza es el primer factor en una operación de compra, la profesionalización ya no es castigo al que copia; es escudo para quien hace las cosas bien y ello tiene un precio”.
Mercado y consumidor
Para los ponentes, la batalla no es “mi variedad vs. la tuya”: es la categoría cítrica vs. otros productos. Durante años, la citricultura compitió consigo misma. Hoy ya reconoce que la competencia más dura se llama procesados y otras categorías de frutas que actúan como snack. Un segmento que ha crecido al ritmo que marca el consumidor: fácil comida, accesible, transportable y sin complicaciones en su toma. “No estamos luchando entre nosotros, estamos luchando contra la uva y los arándanos. La globalización ha traído snacks fáciles de comer y atractivos. Tenemos que ofrecer cítricos potentes, buenos, atractivos y nuevos”. Chilet apuesta por recuperar el espacio en la cesta de la compra por sabor, comodidad y consistencia.
La buena noticia es que el consumidor respalda esa dirección. Cuando se pregunta por “cítricos”, lo primero que aparece es sabor y zumo. El pelado fácil y el tamaño vienen detrás, pero importan. Las semillas son innegociables: la categoría gana cuando el bocado es limpio.
La adaptación a las nuevas formas de consumo también se refleja en el packaging y el formato de compra. Traver lo explica desde su experiencia: “Las familias son más pequeñas y el espacio en la nevera cuenta. Los envases de kilo y medio o de 750 gramos son caros. Hay que adaptarse”.
Promoción: la palanca olvidada
El sector conoce un atajo eficaz para ganar consumo: promoción sostenida y de categoría. Cuando se invierte de forma constante y profesional, el consumo sube; cuando la campaña es intermitente, el efecto se diluye.
Pero la promoción es vista como un punto débil del sector citrícola en España: la falta de coordinación entre territorios y los problemas en la ampliación de normas han frenado campañas colectivas. En el pasado hubo impactos clave con la marca Valencia primero y luego con la marca única España, pero no lograron continuidad. En cítricos las acciones han sido esporádicas y poco efectivas.
Para Fontán, la clave está en invertir en campañas continuas bajo una identidad común que destaquen los beneficios del producto, especialmente su vínculo con la salud. Está demostrado que la promoción incrementa el consumo, y por eso reclama un esfuerzo conjunto y sostenido, en línea con lo que ya funciona en otros cultivos y países. Evitando la fragmentación del sector y las luchas internas entre asociaciones, que impiden construir una estrategia de promoción sólida y sostenida bajo una marca común como España.
Visión de futuro
El futuro de los cítricos pasa por nuevas variedades que equilibren calidad, rentabilidad y resiliencia sin perder el peso de las clásicas ni la continuidad generacional. A ello se suma la necesidad de promoción unificada y seguridad jurídica para sostener la innovación.
Desde la perspectiva de José Miguel Martínez, el futuro de los cítricos pasa por cubrir también huecos estratégicos en el calendario, tanto al inicio como al final de la campaña, siempre combinando calidad y rentabilidad. Reconoce que ciertas variedades clásicas seguirán pesando mucho, aunque convivirán con variedades club y esquemas de distribución colectiva. “Hay hueco todavía para variedades que tengan mucha calidad y sean adecuadas para el productor”.
Para José Cuenca, la clave está en la evolución continua: cada vez habrá más variedades, protegidas y fruto de programas de mejora, que impulsarán al sector. Defiende que no basta con gastar dinero en licencias, sino que hay que conocer las variedades en campo y comprobar su comportamiento. “Seguirán saliendo variedades nuevas, mejores, con programas de mejora y nuevas tecnologías: no es una foto fija, es evolución”.
Mateu Chilet aporta una mirada realista sobre los retos. La agricultura siempre vive dificultades, los cítricos se tienen que salvar a sí mismos y lo hacen año tras año, pero su deseo a futuro es que el sector esté a la altura: alargando campañas, desarrollando variedades que resuelvan problemas y manteniendo la resiliencia histórica de la citricultura. “Me gustaría decirte dentro de cinco años que hemos estado a la altura, que hemos aportado valor y cubierto ventanas por delante y por detrás”. “La citricultura siempre sale a flote, da igual los golpes que se lleve: nunca ha sido imposible y nunca lo será”, añade.
Desde la empresa familiar, Bagu pone el acento en la continuidad generacional y en la adaptación constante a lo largo de más de cien años. Su visión mezcla tradición y futuro, con confianza en que las nuevas generaciones mantendrán viva la cultura del consumo de fruta y la capacidad de adaptación.
Finalmente, Fontán destaca dos elementos imprescindibles para ese futuro a medio plazo, la promoción y la seguridad jurídica. Cree que el sector necesita campañas continuas y bien financiadas, como hacen otros productos, y un marco regulatorio claro que de confianza a las inversiones en mejora varietal. “Me conformaría con que en Europa hubiera seguridad jurídica para que las inversiones en mejora y edición génica puedan crecer”.
Tres prioridades urgentes (en consenso)
Marco para edición génica (CRISPR) en la UE: seguridad jurídica, velocidad y ciencia. No debemos quedarnos rezagados frente a otros países.
Promoción constante de la categoría (salud, sabor, conveniencia), no campañas puntuales.
Sostenibilidad de base: variedades que nazcan con resistencias, apirenia robusta, eficiencia hídrica y manejo sencillo; y patrones que soporten estrés.
Mateu Chilet, responsable del Departamento de Desarrollo de Genesis Innovation Group
«Hoy se ha educado al sector: saben que, si quieren algo nuevo y mejor, hay que pagarlo porque es ciencia»
«La innovación apunta a variedades de mandarina premium para la primera parte de la campaña, pero también la oportunidad y el hueco que hay a final de esta»
«La UE va tarde. No hablamos de transgénicos, hablamos de CRISPR, de activar o desactivar genes sin introducir nada externo»
José María Fontán, director de Innovación en Eurosemillas
«Nuestro sistema de control y certificación actúa también como una herramienta de confianza hacia el que compra»
«La clave está en invertir en campañas continuas bajo una identidad común que destaquen los beneficios del producto»
«La comparación de rentabilidades a lo largo de ciclos completos, años buenos, regulares y malos, es contundente: las variedades protegidas ganan el partido»
Javier Traver, gerente de Compras en Agrícola Bagu
«Las mandarinas se las tienen que comer los consumidores. La cuestión fundamental es que sean productivas y resistentes, pero también que reúnan las características que satisfagan las exigencias del consumidor. Sin el cliente no somos nadie»
«Las familias son más pequeñas y el espacio en la nevera cuenta. Los envases de kilo y medio o de 750 gramos son caros. Hay que adaptarse»
«La transferencia de innovación también se construye a través de visitas de campo»
José Miguel Martínez, responsable del Cultivo de Cítricos en Anecoop
«La mentalidad del agricultor ha cambiado, sabe que las buenas variedades hay que pagarlas, que cuesta mucho obtenerlas y proteger a los productores legales»
«El futuro de la innovación en las variedades de cítricos pasa por cubrir huecos estratégicos en el calendario, cada vez más escasos, siempre combinando calidad y rentabilidad»
«El agricultor necesita de una información fiable y completa de las nuevas variedades. La experimentación en campo y la transferencia de resultados es fundamental. Sin esa información, es fácil equivocarse. Y equivocarse en una variedad resulta siempre muy caro»
José Cuenca, director Técnico de la Agrupación de Viveristas de Agrios, S.A. (AVASA)
«Todo lo nuevo viene de programas de inversión de 15 años y eso hay que rentabilizarlo»
«Antes, pagar siete euros de royalty parecía una locura; luego se vio que era una buena inversión»
«La rentabilidad, sin embargo, no es el único factor. La adaptación al cambio climático y a nuevas enfermedades está en el centro del debate»
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