El sector de semielaborados de tomate (concentrados, cubitos, polvo) viene produciendo, a nivel de todo el Estado en campo en los últimos años, unos 2.2 millones de toneladas de tomate fresco que es elaborado por las industrias existentes casi exclusivamente en Extremadura (con un 78% de elaboración) y Andalucía (con un 20%). A nivel testimonial existen pequeñas empresas de conservas en el Valle del Ebro que, entre otras actividades también elaboran tomate.
El destino de estos semielaborados son las empresas fabricantes de elaborados finales (salsas, sopas, etc…) tanto nacionales como extranjeras (europeas, fundamentalmente) al 50%. España es exportador neto de semielaborados de tomate ocupando, en estos momentos, un tercer lugar entre los países exportadores de semielaborados tras Italia y China, y por delante de otros exportadores netos: California, Turquía, Portugal, Chile, Grecia,…
La producción de tomate como materia prima para su transformación en semielaborados se sustenta en agrupaciones cooperativas de primer grado, la mayoría de las cuales se encuentran agrupadas en las potentes OPFH (ORGANIZACIONES DE PRODUCTORES DE FRUTAS Y HORTALIZAS) que producen y negocian el 40% de los 2.2 millones de Kg producidos: son ACOREX y ACOPAEX, asentadas en las Vegas Altas del Guadiana. Esa producción corresponde a la obtenida en unas 38.000 Has de regadío de las Vegas Altas y Bajas del Plan Badajoz (30.000 Has.), Baja Andalucía (5.000 Has) con maquinaria específica del cultivo (cosechadoras) también de la industria americana e italiana, no conociéndose ninguna aportación tecnológica propia que vaya más allá de la organización productiva y la producción en sí. El sector, refugio por excelencia de los agricultores de regadío de la región extremeña, estuvo siempre regulado por los cupos de producción con derecho a la ayuda comunitaria de la PAC (Política Agraria Común) que distribuían las industrias elaboradoras antes de la reforma de la OCM (Organización Común del Mercado) de Frutas y Hortalizas transformadas de 1996. A partir de la misma, el poder de decisión pasa a las OPFH como receptoras de las citadas ayudas que negocian con las industrias los volúmenes de producción que para cada una de ellas se comprometen a entregar. Ha sido, y es, un sector preocupado más por producir la máxima cantidad de tomate que de producirlo con criterios de empresa eficiente. El uso y abuso de abonados, de agua, de energía en laboreo y riego tenía como objetivo batir records de producción, habiendo elevado las medias por hectárea desde los 40.000 Kg de los años noventa, a los 60.000 Kg de estos momentos, estando estancado en los últimos años en dicho valor, pero con puntas de agricultores que rondan los 100.000 Kg/Ha de media. Las consecuencias de ese uso intensivo de los medios de producción del tomate como materia prima para la industria transformadora han sido, por un lado, el peso de un tremendo circulante que soporta el agricultor hasta el final de la campaña de producción (3.858 €/Ha, según los datos del seguimiento contable de explotaciones de tomate en las Vegas Altas del Guadiana del Ministerio de Agricultura), y de otra, los problemas medioambientales que el exceso de abonado nitrogenado lavado de las tierras de cultivo y percolado hacia la capa freática del Guadiana ha provocado en el conjunto de aguas subterráneas y superficiales de las Vegas (Altas y Bajas), inutilizando para otros usos no agrarios el aprovechamiento de dichas aguas.
SITUACIÓN DEL SECTOR EN CUANTO AL PROCESO DE ELABORACIÓN
El sector transformador del tomate producido en las Vegas del Guadiana (el 80% del total nacional dedicado a transformación) es el único que llegó a desarrollarse como complemento del Plan Badajoz, en su momento. Constituido, desde su inicio, por nueve empresas que regulaban el sector productivo y transformador mediante el reparto del cupo de producción asignado a nuestro país con derecho a la ayuda comunitaria de la PAC, sufrió una transformación a partir del momento en que, con la reforma de la OCM de frutas y hortalizas transformadas de 1996, el control pasó a manos de las OPFH con quienes negocian desde entonces los contratos de producción. Ese cambio de roles entre ambos actores del proceso propició que algunas OPFH, y sus cooperativas sostén, decidieran iniciarse en el mundo de la transformación de sus propias cosechas, naciendo así una serie de nuevas industrias ajenas a los mecanismos de este mercado y entregadas en sus inicios a la gestión, dirección productiva y comercial de las empresas italianas con las que contrataron el montaje de las instalaciones. En el momento actual, el sector en Extremadura lo componen 15 industrias transformadoras, las clásicas 9 y las 6 industrias cooperativas de nueva creación (años 2001 – 2004), y otras 5 industrias cooperativas en Andalucía, (también de reciente creación) que elaboran esos 2.2 millones de toneladas de tomate producido. La capacidad de molturación y el volumen realmente transformado está en sus 50% en las industrias históricas y el 50 % restante, en poder de las industrias cooperativas extremeñas y andaluzas. La significación de las industrias del Valle del Ebro, y Murcia, por escasa, es irrelevante en el conjunto del sector. El producto que fabrican, unas y otras, son semielaborados de tomate (concentrados, polvo, cubitos) para las industrias de elaborados de salsas y otros productos finales, no existiendo en la mayoría de las empresas transformadoras, ninguna reelaboración posterior y en otras puramente testimonial, o para el mercado más cercano, como es el caso de las industrias cooperativas. La tecnología que todas tienen instalada es de origen italiano, de cuya industria son subsidiarias en todos los aspectos, incluido el de mantenimiento y dirección del proceso de fabricación en algunas de las más nuevas industrias cooperativas. El pro ceso de elaboración que todas siguen es el clásico o standard de concentración mediante tratamiento térmico, que se basa en el calor como fuente de todos los procesos, desde la inactivación enzimática de los jugos del tomate a la concentración y pasteurizado. Son industrias diseñadas para trabajar los sesenta días que de media vienen a durar las campañas del tomate, con lo que ello supone en cuanto a consumo de energías puntuales y reparto de gastos fijos del sistema productivo. El resto del año (300 días), las instalaciones están inactivas.
SITUACIÓN EN CUANTO AL COMERCIO DEL TOMATE
Los semielaborados de tomate producidos en nuestro país tienen una única salida comercial: la de las empresas elaboradoras de productos finales (salsas y derivados) y dos destinos: el mercado nacional, con aproximadamente el 50% de los semielaborados producidos, y el mercado exterior que recibo el otro 50% restante. Esto significa que nuestro país se ha instalado en el millón de toneladas de tomate equivalente, transformado en semielaborados, exportadas. El destino de esas exportaciones han sido hasta ahora las industrias reelaboradoras de Reino Unidos, Alemania, Francia, y en menor medida: Japón, Rusia y otros países europeos, por este orden. Unos y otros destinos se encuentran amenazados y a la defensiva como consecuencia de las nuevas reglas de juego que, a nivel mundial, se han establecido en el mercado mundial de semielaborados de tomate. Ese mercado, en el que reiteramos, España aporta su condición de exportador neto de algo más de 1 millón de toneladas de tomate equivalente en sus diferentes formas (concentrados de diferentes grados Brix, polvo, cubitos) ha tenido como operadores tradicionales los países Mediterráneos,… Norteamérica (California) y Chile que, con oscilaciones en su producción (más debidos a accidentes meteorológicos en la producción de la materia prima que a la voluntad de los actores) han venido equilibrando los consumos y la producción a lo largo de las últimas décadas, jugando con los stocks de empalme de campañas como factor estratégico de dicho mercado. Situado entre los 26 – 27 millones de toneladas, el consumo y la producción, tenía en Italia, y en menor medida, en España, Turquía, California, Portugal y Chile, por este orden, los principales animadores en el lado de las exportadoras y Reino Unido, Alemania, Francia, Japón, Rusia, Canadá, y otras, en el de las importadoras. A partir del comienzo del presente siglo, la irrupción de nuevas operadoras en el mercado mundial pero específicamente el caso de China que de no figurar en ninguna proporción en ese comercio ha pasado a situarse al nivel que Italia, el primer país exportador de tomate en todo el mundo, ha trastocado todas las estrategias de todas las empresas clásicas en el sector obligándolas a reajustarse en precios y en mercados, incluyendo los propios, en algunos casos en el límite de los costes. La situación de deterioro que en niveles de presencia activa en los mercados y de precios de los semielaborados de tomate ha provocado la irrupción en los mismos de productos procedentes de países del tercer mundo, emergentes en sus economías y con costes de producción y elaboración muy por debajo de los estándares productivos que venían siendo habituales. Dichos países que encuentran en estas transformaciones simples esa brutal diferenciación de costes han venido para quedarse y hay que hacer frente a ello con criterios de competitividad propias del mercado: costes, calidades y valores añadidos.