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De residuo orgánico a fertilizante



La bioenergía ya supone más de dos tercios del total de energía renovable generada en la Unión Europea. El crecimiento del biogás en este subsector energético abre paso a nuevas aplicaciones en las que la biomasa aún no se ha asentado.

En las centrales de producción de biogás se emplean como materia prima distintos sustratos que tienen su origen en la materia orgánica. Dichos sustratos se pueden obtener a partir de residuos orgánicos domésticos, desechos vegetales, limos del sistema de alcantarillado, cultivos dedicados a la energía (maíz, pasto, mijo) o residuos de la industria alimentaria.

El Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario -Neiker-Tecnalia- y la empresa guipuzcoana Ekonek construirán una planta piloto de tratamiento de residuos orgánicos cuya finalidad es la producción de fertilizantes de alto valor añadido y que permitirá aprovechar de una forma eficaz el material orgánico resultante de las plantas de biogás. La planta se ubicará en los terrenos agrícolas de Neiker-Tecnalia en Arkaute (España).

El objetivo del proyecto es aprovechar la materia orgánica resultante de las plantas de biogás tras el proceso de digestión anaeróbica, que consiste en someter a la materia a un proceso de descomposición en condiciones de falta de oxígeno. De esta descomposición se obtiene biogás y la materia resultante del proceso se conoce como digestato. Neiker-Tecnalia se propone aprovechar este producto, considerado en muchas ocasiones como un residuo, para su transformación en fertilizante orgánico de gran calidad y hasta diez veces más productivo que los convencionales. Podrá ser utilizado en cultivos de alto valor añadido, como césped deportivo y cultivos ornamentales y agrícolas especialmente delicados.

Los fertilizantes pueden resultar beneficiosos o perjudiciales para el medio ambiente en función de cómo se utilicen y de su composición. El biofertilizante obtenido se producirá mediante la reutilización de residuos orgánicos que hasta el momento no son aprovechados y se erigirá como alternativa viable pues evitará el empleo de fertilizantes inorgánicos y sus consecuencias negativas en el suelo, en las aguas subterráneas y la población.

El procedimiento para obtener biofertilizante consiste a rasgos generales en someter el digestato a hidrólisis química y a un proceso de granulación de alta eficiencia Se trata de añadir al digestato, que presenta una forma líquida o semilíquida, una serie de reactivos que provocan que se disuelvan sus fibras para posteriormente convertirlo en microgránulos. Obtener un producto en forma de pequeños granos supone importantes ventajas para su transporte, almacenamiento y utilización práctica.

Una de las tareas principales de los investigadores de Neiker-Tecnalia consistirá en lograr que los microgránulos resultantes presenten características químicas y agronómicas óptimas. En este sentido, resulta especialmente relevante conseguir un abono con un equilibrio ideal de NPK; es decir, nitrógeno, fósforo y potasio. Los expertos calculan que la instalación podrá tratar anualmente unas 28 000 toneladas de digestato, que darían lugar a unas 9 200 toneladas de abono.

Neiker-Tecnalia se propone con esta planta piloto aportar soluciones respetuosas con el medio ambiente y que, al mismo tiempo, resulten económicamente viables para el sector agrícola. Las ventajas del fertilizante obtenido residen en que se trata de un producto ecológico en forma de microgránulos que requiere dosis más bajas que los fertilizantes tradicionales y libera sus nutrientes de una manera lenta, lo que implica un menor impacto en el medio ambiente.

El presupuesto del proyecto piloto asciende a 1,5 millones de euros, que serán aportados por la Unión Europea en el marco de un proyecto PIC-Ecoinnovation. En el consorcio participan Neiker-Tecnalia, Ekonek Innovación en Valorización de Productos, Blue Agro y la empresa neerlandesa Colsen.


 

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