Una serie de proyectos innovadores logran avanzar hacia los objetivos marcados por la UE para 2020 en la lucha contra el calentamiento global.
Los sectores difusos –transporte, residencial y residuos agrícolas– son responsables del 60% de las emisiones de CO2; una cantidad que España debe haber reducido en 2020 en un 20% respecto de los niveles de 2005. Y la única forma de hacerlo es a través de la innovación. Cuando el Gobierno puso en marcha en 2012 los proyectos Clima para incentivar la apuesta de las empresas españolas por las tecnologías bajas en consumo mediante la remuneración económica de cada tonelada certificada que se dejase de emitir, en el Ministerio de Medio Ambiente no tenían muy clara la respuesta que obtendrían. Pero tres convocatorias después, el centenar de empresas que han participado en estos proyectos y los 2,5 millones de toneladas que se han evitado emitir en estos años, confirman que la economía verde comienza a ser una realidad.
Ecoterrae es una de las empresas que ha cuajado gracias al impulso de los Clima. Daniel García Lázaro es su director de proyectos y uno de los dos socios fundadores, junto a Elías Izquierdo. «Yo era consultor independiente de la ONU para temas de cambio climático y Elías conocía bien el sector de la biomasa, así que nos metimos de lleno en la convocatoria de 2012 preparando proyectos de reducción de emisiones susceptibles de captar financiación para que los pusiesen en marcha las empresas», explica García Lázaro.
Los comienzos nunca son fáciles, y la pregunta «pero… ¿cuánto me va a costar?», dice García Lázaro «siempre era la primera. Por eso nosotros cobramos cuando la empresa ha recibido la financiación». Con esta estrategia han ido aumentando su cartera de empresas y a los seis proyectos conseguidos en 2013-2014 se une ahora otro centrado en lasustitución de gases fluorados en las grandes máquinas de refrigeración de supermercados y almacenes. «La semana pasada, la presentación de los proyectos Clima de 2014 estuvo presidida por dos mujeres: la ministra de Medio Ambiente –Isabel García Tejerina– y la directora general de la Oficina de Cambio Climático –Susana Magro–, algo inimaginable hace unas décadas. Con la economía verde está pasando lo mismo, lo que en unos años veremos como normal, hace diez era impensable», concluye García Lázaro.
La historia de Lorena Rodríguez y su socia Patricia es similar. Ambas son fundadoras de una consultora medioambiental que prepara proyectos europeos de innovación financiados con fondos Life, para los que la UE ha presupuestado más de 3.400 millones. «Empezamos las dos solas en 2008 con proyectos de energía renovable, plantas termosolares y fotovoltaicas y vigilancia ambiental. Buscábamos un futuro y sabíamos que había un nicho captando fondos europeospara la economía verde española. Ahora somos ocho personas de perfiles muy distintos: licenciados en ciencias ambientales, ingenieros químicos y economistas. Vemos deficiencias o necesidades en un sector, preparamos un proyecto y localizamos la financiación; después buscamos a los científicos que pueden realizarlo y a las empresas a las que les puede interesar aplicarlo. Ahora mismo, por ejemplo, trabajamos en un proyecto Life para desarrollar un pesticida ecológico a partir de los residuos alimenticios de la zona de Badajoz».
Para Lorena está claro que medio ambiente y economía van de la manoy que hay oportunidades en este sector. «Los servicios que más estamos vendiendo son los que producen ahorro. Pero también va a haber uncrecimiento muy fuerte en aquellos sectores en los que tengas recursos locales, en el aprovechamiento de residuos y en la eficiencia energética. En otro de nuestros buscamos aprovechar los restos del tomate que antes se dejaban en el campo para generar biogás», dice Lorena Rodríguez, que termina la conversación afirmando que «hay que estar siempre pensando y dándole vueltas a todo, pero con crisis todo el mundo está atento a cualquier oportunidad y ha calado el convencimiento de que las alianzas entre empresas facilitan las cosas».
Nadia Hagomer trabaja en Pural de coordinadora de procesos y plantas desde hace más de seis años. Y como ella, cuatro personas más se dedican dentro de su empresa a trabajar en proyectos de gestiónde purines a través del proceso de digestión anaerobia. El proyecto Clima conseguido este año consiste en el tratamiento de residuos orgánicos de la industria agroganadera para generar biogás que posteriormente aprovecha un motor de cogeneración. Ella se encarga de supervisar el cálculo y la trazabilidad para la verificación anual de la reducción de emisiones que ha conseguido su empresa, queen la convocatoria de 2015 han pasado a pagarse de 7,10 euros por tonelada no emitida a 9,70 euros.
«Para nosotros, participar en un Proyecto Clima es un sello de calidad, una distinción. Más que creer que la economía verde tiene futuro, pienso que es el futuro. Hay una necesidad clara de fomentar laeconomía sostenible y tenemos los medios y la capacidad. Nuestra contribución a la mitigación del cambio climático pasa por generar productos de valor para otros a partir de nuestros residuos, reduciendo además el impacto medioambiental con el proceso de transformación».
Fuente: ABC digital