Resistencia Antimicrobiana y Biofilms en la Industria Alimentaria: Innovación frente a un desafío creciente

Fuente: CTNC
Lugar: Noticias
Un reto que no desaparece



La industria alimentaria convive con un enemigo silencioso: los biofilms microbianos. Estas estructuras, formadas por comunidades de bacterias protegidas por una matriz extracelular, se adhieren con facilidad a superficies de contacto con alimentos como cintas transportadoras, tanques o tuberías. Una vez establecidos, resultan mucho más resistentes a los procesos habituales de limpieza y desinfección.



La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha alertado recientemente sobre la persistencia de patógenos como Listeria monocytogenes o Salmonella enterica en instalaciones de procesado, incluso tras tratamientos higiénicos convencionales. Este fenómeno incrementa el riesgo de contaminación de lotes y favorece la aparición de resistencias antimicrobianas, un problema de salud pública a escala global.



¿Por qué los biofilms son tan problemáticos?




Mayor resistencia: la matriz extracelular actúa como escudo frente a desinfectantes, calor y otros agentes.



Dificultad de detección: no siempre se ven a simple vista, lo que retrasa su eliminación.



Focos recurrentes: aunque una limpieza reduzca la población, pequeñas colonias pueden reactivarse rápidamente.




Por ello, los métodos tradicionales de higiene (detergentes y desinfectantes químicos) no siempre garantizan la eliminación completa de biofilms maduros.



Nuevas estrategias de limpieza y desinfección



La investigación y la innovación están aportando alternativas más eficaces y sostenibles para complementar o mejorar las prácticas habituales. Entre ellas destacan:



1. Ozono



El ozono, en forma gaseosa o disuelta en agua, es un potente oxidante capaz de dañar las paredes celulares de bacterias y virus.




Ventajas: no deja residuos, puede aplicarse en aire y agua, y es eficaz frente a biofilms.



Retos: requiere tiempos de exposición suficientes y un control estricto para evitar riesgos a los operarios o daños en materiales sensibles.




2. Luz UV-C



La radiación UV-C (200-280 nm) inactiva microorganismos al dañar su ADN, impidiendo su multiplicación.




Ventajas: acción rápida, sin químicos ni residuos.



Retos: su eficacia se reduce si existen sombras o irregularidades en las superficies, por lo que requiere una aplicación bien diseñada.




3. Enzimas



Las enzimas específicas degradan la matriz que protege al biofilm, dejando expuestas las bacterias a los desinfectantes.




Ventajas: funcionan en condiciones suaves, son menos agresivas para equipos y respetuosas con el medio ambiente.



Retos: el coste y la necesidad de protocolos adaptados a cada planta pueden limitar su adopción.




Hacia una estrategia integral



Ninguna tecnología por sí sola es la solución definitiva. La clave está en combinar métodos y reforzar la gestión higiénica en planta:




Diseñar instalaciones y equipos fáciles de limpiar.



Implementar programas de muestreo ambiental que permitan detectar focos de biofilm.



Formar al personal en la aplicación segura y correcta de nuevas tecnologías.



Validar los tratamientos en condiciones reales de producción.








La lucha contra los biofilms y la resistencia antimicrobiana en la industria alimentaria requiere innovación y visión a largo plazo. El uso de ozono, luz UV-C y enzimas abre la puerta a procesos más eficaces y sostenibles, siempre que se integren dentro de estrategias globales de higiene y seguridad alimentaria.



El futuro apunta hacia un enfoque multitecnológico y preventivo, donde la eliminación de biofilms no solo mejore la calidad de los alimentos, sino que también contribuya a frenar la amenaza mundial de la resistencia a los antimicrobianos.