Global Energy Transition Outlook 2025 – DNV

Fuente: Comunidad Ism
Lugar: Energía
Global Energy Transition Outlook 2025
El informe Energy Transition Outlook 2025 (ETO) de DNV se edita cada año y ofrece una visión global de la situación energética con el horizonte puesto en el año 2060. El informe, basado en modelos independientes, advierte que, aunque la transición avanza de forma irreversible, su velocidad de implantación parece insuficiente para alcanzar los objetivos climáticos del Acuerdo de París. A continuación, os presentamos los puntos más destacados y las principales conclusiones del documento.
El petróleo alcanzará su punto máximo en 2030, antes de que la electricidad tome el relevo en 2060. Fuente IEA
Transición energética inevitable, pero demasiado lenta
Según el informe Energy Transition Outlook 2025 de DNV, el mundo sigue avanzando hacia una inflexión estructural en el sistema energético, con la progresiva sustitución de los combustibles fósiles por fuentes limpias. Sin embargo, el proceso se ve obstaculizado por las desigualdades regionales y las tensiones geopolíticas.
Actualmente, cerca del 80% de la energía primaria mundial proviene de fuentes fósiles, y solo un 20% de renovables y nuclear. DNV proyecta que esa proporción se reducirá a un mix 50/50 hacia 2050 y a un 36% fósil para 2060, momento en el que las renovables dominarán claramente el suministro energético global.
Pese a estos avances, el informe advierte que la neutralidad de carbono no se alcanzará hasta el 2090, lo que implica que la humanidad superará los 2,2 °C de calentamiento global para finales de siglo. En otras palabras; el proceso de descarbonización es irreversible, pero demasiado lento para evitar daños severos y permanentes al clima.
Las fuerzas que impulsan el cambio: electrificación y renovables
Los edificios y el transporte impulsan la demanda de electricidad hasta 2060. Cambio en la demanda mundial anual de electricidad (PWh/año). Fuente DNV
La transformación energética se apoya en dos pilares tecnológicos: la electrificación masiva y la expansión imparable de las energías renovables.
El abaratamiento sostenido de la energía solar, eólica y de las baterías está haciendo que las fuentes limpias sean ya más competitivas que los combustibles fósiles en la mayoría de regiones del mundo. DNV prevé que la energía solar y eólica representen el 32% de la generación eléctrica mundial en 2030, superen el 50% en 2040 y se consoliden como la columna vertebral del sistema energético hacia 2060.
La electricidad será, además, el eje central del consumo energético global. Su demanda aumentará en un 120% hasta 2060, mientras que su participación en el consumo final de energía pasará del 21% actual al 43%. Este proceso de electrificación masiva, que abarca transporte, edificios, manufactura y servicios, reducirá de manera significativa las pérdidas en eficiencia energética inherentes al uso de combustibles fósiles.
Sin embargo, el informe advierte que las redes eléctricas están desacoplándose del proceso. En Europa, por ejemplo, la falta de infraestructura podría estar limitando el potencial solar en un 16% y el eólico en un 8% de cara al 2035. El desafío no es tecnológico, sino de planificación, inversión y gestión política.
Geopolítica: energía y seguridad, un binomio determinante
La edición 2025 del informe introduce un enfoque más marcado en la geopolítica. DNV sostiene que el mundo atraviesa una nueva etapa de “transición energética bajo mentalidad de seguridad”, en la que los países priorizan la independencia energética y el control de sus propias cadenas de suministro.
Este cambio se refleja en tres grandes tendencias:

Estados Unidos ha revertido políticas clave de descarbonización, saliendo nuevamente del Acuerdo de París y priorizando la expansión fósil. Esto retrasará su transición unos cinco años y elevará sus emisiones entre 500 y 1.000 Mt anuales respecto a lo previsto en 2024.
China se posiciona como líder de la transición, concentrando más del 50% de la nueva capacidad solar y eólica global, y exportando tecnología limpia a precios competitivos. A pesar de seguir construyendo centrales de carbón, su economía se orienta hacia la electrificación y las bajas emisiones.
Europa intenta mantener su liderazgo climático, pero con el dilema presente entre competitividad industrial y reducción de emisiones. Sus metas de renovables para 2030 aún están fuera del alcance, aunque políticas como el Clean Industrial Deal buscan reforzar la autonomía tecnológica.

A nivel global, DNV estima que las políticas de seguridad energética reducen las emisiones un 1% respecto a un escenario sin ellas, al favorecer el desarrollo local de energías renovables y nuclear. No obstante, el informe advierte que el aumento del gasto militar y la fragmentación comercial elevan los costes del capital y ralentizan las inversiones verdes.
Nuevos protagonistas: IA, digitalización y consumidores activos
El documento dedica especial atención al auge de la inteligencia artificial y los centros de datos como nuevo factor estructural del consumo energético. Aunque su crecimiento es rápido, DNV prevé que el uso eléctrico de la IA representará solo el 3% de la demanda mundial para 2040, frente al 5% total de todos los centros de datos. En América del Norte, esa proporción será mucho mayor (hasta 16% de su consumo eléctrico).
El informe también destaca la consolidación de los “prosumidores”, hogares y empresas que generan su propia energía mediante sistemas solares y almacenamiento. Este modelo “aguas abajo el contador” (behind-the-meter) representará el 30% de toda la generación solar y 13% de la electricidad mundial en 2060, cambiando radicalmente la estructura de los mercados eléctricos.
Sectores difíciles y tecnologías de apoyo
Los sectores de transporte pesado, industria de alta temperatura y aviación siguen siendo los más difíciles de descarbonizar. El papel del hidrógeno, la captura y almacenamiento de carbono (CCS) y la energía nuclear serán fundamentales, aunque su despliegue se retrasa respecto a lo previsto.

El hidrógeno cubrirá solo el 3,5% de la matriz energética en 2050 (frente al 4,8% previsto en 2022).
La energía nuclear aumentará un 150% para 2060, impulsada por la búsqueda de seguridad energética y el interés de grandes tecnológicas en energía estable para sus centros de datos.
La captura de carbono eliminará unos 35 Gt de CO₂ hasta 2060, pero esto apenas representa el 4% de las emisiones acumuladas, muy por debajo de lo necesario para compensar el exceso de gases de efecto invernadero.

El resultado climático: más de 2°C de calentamiento
El informe es contundente: las emisiones globales no se reducirán ni siquiera a la mitad para 2050. DNV proyecta una disminución del 43% hacia ese año y del 63% en 2060, con la neutralidad de carbono solo alcanzable después de 2090.
Esto significa que el presupuesto de carbono para limitar el calentamiento a 1,5 °C se agotará en 2029, y el de 2 °C en 2052. El calentamiento global proyectado de 2,2 °C implicará costos humanos, económicos y ambientales muy elevados. Aun así, el informe considera que limitarlo “muy por debajo de los 2 °C” aún es posible, si se aceleran drásticamente las medidas de mitigación en esta década.
Inversión, economía y desigualdad
La evolución económica será más incierta y desigual. DNV ha revisado a la baja sus proyecciones de crecimiento del PIB, adoptando un escenario intermedio que refleja un mundo más fragmentado, con menor cooperación internacional.
Esto implica:

Menor presión de la demanda energética por un crecimiento global más lento.
Pero también menos recursos para financiar la transición en países de ingresos bajos, lo que agudizará las desigualdades.
Un aumento de la competencia por materias primas críticas, encareciendo los proyectos de transición.

A largo plazo, el capital se desplazará desde los combustibles fósiles hacia la infraestructura eléctrica, almacenamiento y tecnologías limpias. No obstante, el aumento del coste del dinero y el gasto militar compiten directamente con la financiación climática, especialmente en países desarrollados.
Conclusión: un futuro decidido pero no deseado
El Energy Transition Outlook 2025 no describe el futuro que el mundo necesita, sino el que resulta más probable según las tendencias actuales. La transición energética global no se detendrá: las fuerzas económicas y tecnológicas la hacen inevitable. Pero, sin una acción política más audaz, no ocurrirá con la velocidad ni la magnitud necesarias para evitar daños irreversibles al planeta.
En síntesis, la humanidad se dirige hacia una economía más limpia y electrificada, pero todavía no hacia una economía verdaderamente sostenible. La ventana para corregir el rumbo sigue abierta, pero se estrecha rápidamente.
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