Fecha de publicación:
04/03/2025
Fuente: El País Lugar:
Marruecos
Las hermanas Samira y Salima Sharfi se echaron a temblar cuando el vehículo oficial del caíd, el temido agente de la autoridad rural, se detuvo ante su casa, en un recodo de la carretera de Bab Berred a Chauen, que discurre entre las montañas del Rif del norte de Marruecos. Ambas campesinas, de 73 y 65 años, fueron indultadas por Mohamed VI el pasado verano junto con otros cerca de 5.000 cultivadores de cannabis condenados o encausados por delitos de drogas. “Nosotras no hicimos nada malo, solo plantamos beldiye [variedad norteafricana del cáñamo índico] para ganarnos la vida, como todo el mundo ha hecho aquí siempre”, alegaban a finales de febrero ante los funcionarios del Ministerio del Interior, que esta vez solo efectuaban una visita rutinaria. “Otra hermana nos denunció por un pleito de tierras”, explicaban sombrías para dar a entender que la justicia marroquí solo actúa en el Rif si surge una “delación” contra alguno de los 60.000 agricultores —según estimaciones de la ONU— que cultivan cannabis a plena luz del día, pese a la prohibición penal, desde tiempo inmemorial.Seguir leyendo